Cómo murió Albert Einstein

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Albert Einstein fue, sin lugar a ninguna duda, uno de los físicos más influyentes e importantes de la historia. Sus teorías sobre la relatividad revolucionaron nuestra comprensión del universo. Pero este cinetífico alemán no solo destacó por sus logros científicos, también por su activismo político y su defensa de causas humanitarias.

Es considerado un icono cultural del siglo XX. ¿Cómo murió una figura tan emblemática? Repasemos los últimos días del célebre científico.

Los últimos años

Tras décadas viviendo en Estados Unidos, Einstein se había convertido en ciudadano estadounidense en 1940. Sin embargo, pasaba largas temporadas en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton donde trabajaba. Allí fue sometido a una cirugía abdominal en 1948, cuando tenía 69 años. Aunque la operación pareció salir bien al principio, su salud comenzó a deteriorarse.

Durante sus últimos años de vida sufrió hemorragias internas, pérdida de peso e incluso un breve coma. Pese a sus problemas de salud, Einstein no dejó de trabajar. Continuó escribiendo y reflexionando apasionadamente sobre física y asuntos humanitarios hasta pocas semanas antes de su muerte.

Los últimos días

A comienzos de abril de 1955, Einstein ingresó en el Hospital Universitario de Princeton con fuertes dolores abdominales. Los médicos le detectaron una ampliación grave de la aorta abdominal, probablemente causada por la progresión de una aneurisma. Sabiendo que no había tratamiento posible, Einstein rechazó más intervenciones médicas.

Pasó sus últimos días rodeado por amigos y colegas, manteniendo conversaciones tranquilas. En una muestra final de su dedicado pacifismo, firmó un manifiesto con Bertrand Russell instando a las potencias mundiales a renunciar a las armas nucleares. Albert Einstein falleció en paz la mañana del 18 de abril de 1955, a la edad de 76 años.

La autopsia

Tras su muerte, se llevó a cabo una autopsia que reveló la causa subyacente: una aorta abdominal debilitada y muy agrandada que finalmente se rompió, causando una hemorragia interna masiva. Esta condición probablemente había estado desarrollándose durante años desde su cirugía abdominal en 1948.

El informe de la autopsia también mostró que Einstein sufría de una dolencia cardiaca previamente no diagnosticada: una grave insuficiencia aórtica. Su corazón estaba muy agrandado y tenía cicatrices de al menos un infarto silencioso anterior.

Legado

El legado de un genio Tras su muerte, el cadáver de Einstein fue incinerado ese mismo día, tal y como había dispuesto en su testamento. Sus cenizas descansan en un lugar desconocido. Quizás la familia quería evitar que su tumba se convirtiese en un santuario.

Aunque Einstein ya no está entre nosotros, su legado pervive. Tanto su brillantez científica como su lado humanista siguen inspirando a nuevas generaciones. Sus ideas y teorías permanecen vigentes y aún guardan misterios por descubrir. Albert Einstein fue mucho más que un hombre; encarnó el espíritu de una época. Y aunque su corazón dejó de latir en 1955, su genio permanece inmortal.