Meditación para principiantes

meditacion para principiantes

La meditación budista, practicada desde hace más de 2.500 años, es una poderosa herramienta para calmar la mente y conectar con nuestro ser interior. Cada vez son más las personas en Occidente que se acercan a esta ancestral tradición en busca de bienestar, claridad mental, pero sobre todo, desarrollo personal.

La postura

Adoptar una postura cómoda, pero sobre todo estable, es muy importante en la meditación. Lo aconsejable para novatos es sentarse con la espalda recta sobre una almohada o cojín, en posición de loto o medio loto. Reconozco que la postura de loto puede ser complicada para quienes no tienen mucha flexibilidad. Debes encontrar la más cómoda para tí.

Otra opción es sentarte en una silla con los pies apoyados en el suelo. Sea cual sea la postura, lo importante es mantener la columna erguida para favorecer la respiración.

La respiración

El siguiente paso es centrar toda tu atención en la respiración. Así es más fácil comenzar. Inhala y exhala profundamente por la nariz, sintiendo cómo el aire entra y sale de tus pulmones. Coloca una mano sobre tu abdomen para percibir el movimiento.

Concéntrate solo en inhalar, exhalar. Si tu mente divaga, vuelve a concentrarte en la respiración. No te frustres si te asaltan pensamientos o imágenes, vuelve amablemente 'a casa' y siente de nuevo el aire como entra y sale de los pulmones.

Observar los pensamientos

Al principio, tu mente generará un torrente de pensamientos que te distraerán, es lo que te comenté antes. No luches contra ellos, forma parte del proceso y es lo más normal. Observa cada pensamiento y déjalo pasar sin juzgarlo. Como las nubes que surcan el cielo y se van, los pensamientos van y vienen. Con los problemas pasa lo mismo, déjalos que aparezcan en tu mente, y déjalos ir.

Práctica constante

Puedes comenzar meditando 5 minutos al día e ir aumentando de manera gradual. En la meditación no hay reglas fijas, adapta la práctica a tu realidad. Lo importante es ser constante. Siempre digo que la meditación es como regar una planta cada día.

Poco a poco, comenzará a germinar y dará sus frutos. Tienes que tener paciencia contigo mismo, y no te frustres si al principio no logras lo que quieres. El proceso es tan importante como el destino.

Un espacio propicio

Busca un rincón tranquilo en tu hogar donde puedas meditar sin distracciones. Un cojín firme para sentarre. La iluminación tenue de una vela y un poco incienso de fondo pueden ayudarte a generar el ambiente apropiado para la meditación.

Pero también puedes meditar en cualquier lugar si no cuentas con estas facilidades. Lo realmente importante es tu actitud interior. Recuerda que hay quien medita en cualquier lugar, incluso esperando en la cola del supermercado. Lo que cuenta en la concentración y las ganas que le pongas a la instrospección.

Únete a otros meditadores

Practicar con otros, guiado por un instructor experimentado, facilitará tu progreso inicial. Asiste a una clase de meditación en tu zona o únete a un grupo virtual. Compartir tu experiencia y resolver dudas es de gran ayuda. Y si decides meditar solo, también existe abundante información en libros, blogs y vídeos para aprender.

Los beneficios de la meditación

Son innumerables los beneficios de meditar: reducir el estrés, ganar claridad mental, potenciar la creatividad, mejorar el sueño, desarrollar la intuición… Incluso algunos estudios señalan cambios positivos a nivel cerebral en meditadores habituales. Y lo mejor, todo al alcance de tu mano cada día.

Meditación caminando

Si te cuesta estar sentado, prueba a meditar caminando. Como lo lees, puedes meditar caminando, centrando la atención en la planta de los pies al entrar en contacto con el suelo o en el movimiento de tus pasos.

Caminar con consciencia plena se considera también una poderosa práctica meditativa. ¡Experimenta y encuentra lo que mejor se adapte a ti! Siempre digo que pueden dictarte unas normas específicas para meditar, pero tienes encontrar la forma que mejor se adapte a tí.

La actitud es la clave

Más que dominar complicadas técnicas, lo que realmente marca la diferencia es la actitud con la que te aproximas a la práctica. Ten paciencia cuando la mente divague y vuelve siempre al momento presente. No te fuerces a meditar cuando no te apetezca. Practica con constancia, pero sin forzarte. La regularidad aquí es la clave.

Observa tus avances

Cuando lleves unos meses meditando, mira atrás y observa los cambios positivos que ha traído a tu vida esta sencilla práctica. Ver los frutos da motivación para continuar. Y si no aprecias diferencias aún, sé paciente; los efectos a veces son sutiles al principio. Como decía Buda: “Tu trabajo es descubrir tu trabajo, y luego con todo tu corazón dedicarte a él”.