Conciencia cuántica: Cuando la ciencia y la espiritualidad convergen

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La conciencia ha sido durante siglos una de las grandes incógnitas de la humanidad. ¿De dónde surge nuestra capacidad de pensar, de sentir, de ser conscientes?

Grandes pensadores y científicos se han devanado los sesos intentando desentrañar la naturaleza de la mente. En las últimas décadas, algunas teorías revolucionarias han sugerido que la física cuántica podría tener un papel fundamental en este rompecabezas.

El físico británico, Roger Penrose, fue galardonado con el premio Nobel de Física en 2020 por su trabajo de los agujeros negros. Este matemático fue uno de los primeros en postular una hipótesis que cada día gana más adeptos. Básicamente dice que los procesos cuánticos en el cerebro humano podrían explicar el origen de la conciencia. ¿Será este el caso? ¿Está nuestra mente entrelazada de forma extraña con el mundo subatómico?

Orígenes de la conciencia cuántica

Como decíamos antes, Roger Penrose, es un reputadísimo físico teórico, uno de los cerebros más importantes de nuestra época. Desarrolló por primera vez la noción de que la conciencia podría tener un origen cuántico. Como era de esperar, le llovieron muchas críticas, como a casi todos los visionarios y cinetíficos de épocas pasadas.

En la década de los 90, Penrose se alió con el anestesiólogo Stuart Hameroff para refinar esta teoría. La idea central es que los efectos cuánticos posibilitarían capacidades de procesamiento no algorítmico en los microtúbulos de las neuronas, permitiendo emerger la conciencia. Otras mentes brillantes como Henry Stapp o David Bohm han elaborado conceptos relacionados.

Sugieren que nuestras mentes podrían estar entrelazadas con un nivel cuántico más profundo de la realidad. Que la conciencia no sea solo un subproducto del cerebro, sino un fenómeno aún más misterioso.

Implicaciones para la neurociencia

Si los defensores de estas teorías están en lo cierto, la neurociencia tal y como la conocemos podría cambiar radicalmente. Hemos asumido que los procesos cerebrales son gobernados enteramente por leyes clásicas, pero quizás este no sea el caso.

¿Tendríamos que reescribir todos los libros de texto? ¿Deberíamos buscar la cura de enfermedades mentales y el aumento de la inteligencia mediante la manipulación cuántica? Son preguntas que por ahora viven en el terreno de la ciencia ficción.

Sin embargo, algunos experimentos recientes han encontrado extrañas "huellas dactilares" de efectos cuánticos en sistemas biológicos como la fotosíntesis o el sentido del olfato. ¿Quién sabe? Quizás los humanos también tengamos más de cuántico de lo que pensábamos.

Implicaciones filosóficas

La conciencia cuántica también sacudiría los cimientos de nuestra cosmología, religión y sociedad en general. Somos polvo de estrellas, dicen. Simples máquinas biológicas. Pero si la física subatómica moldease nuestras mentes, seríamos algo mucho más singular.

Estaríamos más cerca del mundo de las ideas platónicas, de un "alma" no sujeta a las leyes de la biología. Y nuestra libertad emergería de las indeterminaciones de la mecánica cuántica.

Son especulaciones filosóficas cautivadoras. Te paras a pensar si no seremos conciencias cuánticas soñando que somos humanos. O quizás la verdad sea menos poética. Pero nos queda mucho por descubrir en los abismos de la mente humana.

Experimentos polémicos pero sorprendentes

Algunas propuestas experimentales para demostrar la conciencia cuántica han resultado muy controvertidas, como las de Roger Penrose y Stuart Hameroff tratando de pesar el alma midiendo los cambios de masa en el cerebro de personas recién fallecidas.

Otros pretenden utilizar el misterioso fenómeno de la "visión remota" para que sujetos psíquicos adivinen números cuánticos aleatorios. A pesa de que los resultados hasta ahora no han sido del todo concluyentes, siguen empeñados en demostrar algo que sí tienen un base científica sólda, aunque muy difícil de demostrar en el plano material.

¿Seremos pronto conciencias cuánticas?

A día de hoy no existe una evidencia definitiva demostrable a favor de la hipótesis de Penrose y Hameroff sobre los orígenes cuánticos de la mente. Se necesita todavía mucha más investigación experimental para confirmar que los extraños efectos cuánticos juegan de hecho algún papel en el funcionamiento del cerebro humano.

Queda también por resolver el gran interrogante de cómo saltaríamos desde lo cuántico a algo tan complejo como la conciencia humana. Pero pese a las incógnitas, cada vez más neurocientíficos creen que debemos prestar atención a las posibles conexiones entre la física cuántica y la mente. Quizás, después de todo, no seamos muy diferentes del resto del cosmos.