Stuart Hameroff: El anestesista que estudia el alma

Stuart Hameroff es, sin duda, uno de los científicos más peculiares de nuestro tiempo. Anestesiólogo de profesión, este investigador estadounidense lleva décadas buceando en uno de los mayores enigmas de la humanidad: la naturaleza de la conciencia y su vínculo con el mundo físico.

¿De qué está hecho nuestro yo consciente? ¿Dónde reside exactamente el alma? Fascinado por estas preguntas, Hameroff se alió con el reconocido físico y premio Nobel, Roger Penrose para elaborar una osada teoría cuántica de la mente.

Según estos científicos, nuestra esencia subjetiva no emerge de procesos neuronales al uso. Más bien, se origina en el reino de lo diminuto, en la extraña realidad cuántica que gobierna el mundo subatómico. De ser cierta su hipótesis, nos obligaría a replantearnos por completo la relación entre materia, mente y espíritu.

La búsqueda de Hameroff comenzó en los quirófanos, observando cerebros humanos in vivo. Sin embargo, terminaría llevándolo hasta los confines de la física cuántica. ¿Cómo un anestesista acabó convirtiéndose en una suerte de "cazador de almas"? Repasemos su trayectoria.

Los inicios de un anestesiólogo poco ortodoxo

Stuart Hameroff nació en 1947 en Ohio (EEUU). Comenzó sus estudios de Medicina y Matemáticas, graduándose posteriormente en la Universidad de Pittsburgh. Después de escoger especializarse en Anestesiología, ejerció esta profesión durante décadas en distintos hospitales estadounidenses.

Pero algo surgió dentro de Stuart, su aguda inteligencia y curiosidad innata le empujaron a interesarse por temas mucho más enrevesados que la práctica médica. Observando pacientes bajo los efectos de anestesia general, Hameroff se preguntaba: ¿qué ocurre con la conciencia durante este estado de sueño profundo? ¿A dónde va nuestra identidad cuando el cerebro se desconecta temporalmente del mundo?

Microtúbulos neuronales: los candidatos cuánticos

Hameroff centró sus investigaciones en un componente neuronal llamado microtúbulos: unos diminutos y enigmáticos tubos que dan soporte y transportan sustancias dentro de las células cerebrales.
Según el anestesiólogo, estos microtúbulos podrían ser una interfaz entre lo físico y lo mental. En concreto, argumenta que los procesos cuánticos ocurridos en su interior podrían explicar fenómenos como la conciencia, los pensamientos o la percepción subjetiva.

Cuando los delicados efectos cuánticos colapsan en los microtúbulos, se generaría nuestra experiencia consciente. Nada menos que una puerta cuántica al alma Evidentemente, se trata de una hipótesis radical. ¿Qué pruebas existen de que estos diminutos tubos alojen nuestra esencia? ¿Y cómo podrían sus propiedades cuánticas engendrar algo tan etéreo como la mente?

Para encontrar respuestas, Hameroff buscó la ayuda del mismísimo Roger Penrose, pero de su trabajo conjunto ya hablaremos en otro artículo. Stuart y Penrose siguen inmersos en sus investigaciones y cada día van un poco más allá ¿Lograrán demostrar qué hay una conciencia que existe sin la necesidad de cerebro? Sólo el tiempo lo dirá.